jueves, julio 16, 2015

Medio...


La caducidad del destino

No me esperes a cenar
porque hoy no llego,
llegó la hora de aplicar
todo lo que sé del desapego

Se acabó lo de adorarte,
aquello de cumplirte los antojos,
de aquello que solía yo profesarte
ya solo nos quedan los despojos.

Tus holas son adioses disfrazados,
tu llegada tiene un gusto a día después;
no me mires con los ojos azorados,
tenía que pasar, que pase pues.

No miremos hacia atrás, no tiene caso,
este poema es un posmortem y un réquiem;
algunos contratos se terminan de un plumazo,
Démosle a cada cual su cada quien.

Estarás bien, mejor sin mi.
Digámonos adiós sin miramientos.
Estaré bien, mejor sin ti.
El amor llega imprevisto y se va sin aspavientos.

Pero no hay razón pa lamentarse,
en amor cualquiera tiene un desatino;
y es que no existe forma de enterarse,
que fecha de caducidad tiene el destino.

Estaré bien, mejor sin ti.
digámonos adiós sin me arrepiento.
Estarás bien, mejor sin mi.
Ajustemos las velas, cambió el viento.

Autor: Raúl David Salomón García

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